Este año, el proyecto que promete la «Universalización de la Alimentación Escolar» se implementará en todo el país y el Alto Paraná, con el objetivo de garantizar que todos los estudiantes de las escuelas públicas de la región reciban este beneficio. En este contexto, la Gobernación adoptó la modalidad «Cocinando en las escuelas», un enfoque que, aunque prometedor, enfrenta varios desafíos debido a la infraestructura limitada de muchas instituciones educativas.

En Alto Paraná, de los 620 establecimientos educativos oficiales, solo 50 tienen cocinas y/o comedores. En Ciudad del Este, la situación es crítica, ya que solo 26 de sus 113 establecimientos educativos disponen de la infraestructura necesaria para implementar la modalidad elegida. Esta realidad plantea dudas sobre la capacidad del programa para alcanzar su objetivo de universalizar la alimentación escolar.
El artículo 31 del Decreto 1584, que reglamenta la Ley N.º 7264/2024 «Hambre Cero», establece que las escuelas que no cuentan con cocinas deben habilitar un espacio adecuado para la preparación de los alimentos, garantizando que todos los estudiantes, desde el nivel inicial hasta el noveno grado, reciban la alimentación escolar correspondiente. Esto podría implicar que algunas instituciones cedan un espacio dentro de sus instalaciones para instalar una cocina y así cumplir con el programa, lo que reduciría aún más los espacios destinados al aprendizaje. Esta situación expone los retos logísticos que muchas instituciones deberán enfrentar para cumplir con los requisitos del programa.
Ante esta situación, la Gobernación inició en diciembre la construcción de 29 cocinas en diversas escuelas del departamento, las cuales se entregarán a principios de febrero, justo antes del inicio del año escolar. Sin embargo, aunque estas obras son un paso importante para ampliar la cobertura del programa, no son suficientes por sí solas para garantizar que todas las instituciones educativas tengan los espacios necesarios para la implementación de la alimentación escolar.

Además, las municipalidades también recibirán el 20% de los fondos de compensación destinados a infraestructura. Esto plantea una interrogante clave: ¿respetarán las municipalidades la lista de priorización establecida para la ejecución de obras o destinarán directamente estos recursos a la construcción de cocinas para apoyar la implementación del programa «Hambre Cero»? Resolver esta cuestión será crucial para equilibrar las necesidades de infraestructura, como aulas, sanitarios u otros espacios escolares, además de garantizar la alimentación escolar.
El éxito del programa en Alto Paraná depende de la capacidad de las autoridades para resolver las deficiencias de infraestructura, coordinar esfuerzos con las comunidades educativas y garantizar que cada estudiante reciba una alimentación digna.
Aunque la decisión de implementar la modalidad ‘’Cocinando en las Escuelas’’ plantea desafíos, también representa una oportunidad para avanzar hacia la universalización de este derecho fundamental.