La educación debe ser derecho de todo ser humano; tanto del niño que vive en una casa de material en la ciudad, como del que vive en una de madera en la misma zona o en la rural. Ambos deben tener las mismas oportunidades de desarrollo, para que en el futuro este segundo niño pueda vivir en las condiciones dignas que todo ser humano merece, y lograr que esto sea posible requiere un trabajo conjunto y organizado tanto del sector privado como del público en la sociedad.
La educación es la base de todo. El progreso de un país está estrechamente relacionado a la calidad educativa que sus estudiantes reciben. El desarrollo personal implica progreso colectivo.
Un informe realizado por el Banco Mundial en el 2018 muestra a Paraguay como uno de los países de la región con mayor déficit en infraestructura educativa (dato que no sorprende a ningún paraguayo). A esto se puede sumar los altos niveles de deserción escolar que existe en la actualidad, para el 2021; 5 de cada 100 estudiantes abandonaron la escuela. Paraguay tiene una alta tasa de abandono escolar, un análisis realizado en base a datos del MEC estima una tasa de deserción del 5,3% para el 1° y 2° ciclo de la EEB, de 7,9% para el 3° ciclo de la EEB y de 6,5% para el nivel de Educación Media. Una de las principales razones por la cual los estudiantes dejan la escuela se debe a su nivel socioeconómico.
Utilizando datos anteriores a la pandemia, el Proyecto de Capital Humano estimó que un niño nacido en Paraguay solo alcanzaría el 53% de la productividad que podría haber alcanzado con pleno acceso a la salud y a la educación. Este resultado es inferior a los promedios regionales y de ingresos medios altos. La diferencia es abismal, lo que lleva a la conclusión fundamentada que los niños de bajos ingresos, en situación de pobreza y con la falta de acceso a una educación de calidad tiene un futuro predeterminado.
Cada día vemos incontables noticias sobre la pésima calidad de la educación pública en el país, vemos decenas de estudiantes de colegios públicos movilizándose exigiendo algo que debe ser su derecho; pero, ¿alguien más que los estudiantes de estos colegios deben luchar por ese derecho?
¿Los estudiantes de los colegios privados tienen alguna responsabilidad con la educación pública?
Somos conscientes que la única forma de cambiar las cosas es involucrándose y trabajando conjuntamente con las personas que quieren lograr lo mismo que nosotros. La corrupción obstruye el progreso de un país, y la apatía social contribuye a empeorar eso.
Es ingenuo creer que durante toda su vida una persona estará rodeada con otras del mismo nivel socioeconómico y formación académica. Con el tiempo las consecuencias de una mala calidad de la educación pública frenará u obstruirá el camino de estas personas, de una manera u otra.
La calidad de la educación que una persona recibe condiciona en gran manera la forma en la que esta se desempeñará en el ambiente laboral. En general se tiene la certeza que todos los estudiantes de colegios privados tienen un futuro laboral asegurado, una vida asegurada, pero la práctica demuestra otra realidad.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) Paraguay tiene una tasa de desempleo de 8,5% al primer trimestre del 2022, posiocionandolo entre el segundo más alto de la región. Porcentaje que aumentó desde los últimos datos, y que pueden o no seguir creciendo.
Otro gran ejemplo de lo inestable que es habitar en Paraguay se puede ver con el COVID-19 que trajo consigo inumerables consecuencias; el quibre de empresas, el desempleo aumentó signifcativamente, la inflanción y suba de combustible hizo que los elementos de la canasta básica subieran por las nubes. Sumando a esto el desbordamiento del sistema de salud tanto públicos como privados. Durante la pandemia, el status económico no evitó que sus consecuencias llegaran a las vidas de estas personas.
La dictadura de Alfredo Stroessner, la impunidad de los grupos armados, el sistema de salud que no pudo contener a sus victimas; no tuvieron ni tienen en cuenta el monto actual de tu cuenta bancaria, llevan a quienes tienen que llevar, matan a quienes tienen que matar.
Podemos citar diversos casos y situaciones donde todos somos iguales ante un enemigo común, y en lo mencionado en el párrafo anterior ese enemigo es la corrupción. Y la mejor manera de luchar contra la corrupción es informarse, agruparse y organizarse; todo empieza por educarse.
El acceso a la salud, seguridad y trabajo gira alrededor de un gran cosmos que es la educación.
Entonces, ¿realmente estos estudiantes tienen una obligación? Nadie está obligado a hacer nada. Pero el hecho de tener la suficiente empatía para luchar batallas que no son propias buscando defender derechos básicos de mis pares, derechos que les fueron arrebatados por la aberrante corrupción; es razón suficiente para involucrarse. Además ser conscientes que lo que está impidiendo el progreso de los estudiantes de colegios públicos, en algún momento impedirá el progreso del sector privado.
Los privilegios y oportunidades con los cuales el sector privado cuenta podrá aportar de manera significativa en la lucha por una mejor educación para todos los estudiantes de colegios públicos que ruegan el acceso a sus derechos básicos.