Ser parte de un Centro de Estudiantes

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Algunos desde pequeños tenemos la ilusión de mejorar el mundo. Al entrar al colegio tal ilusión crece, ya que somos testigos de un montón de cosas que consideramos incorrectas y deseamos corregir. Esto lleva, muchas veces, a que nos juntemos con otros estudiantes que quieren lo mismo que nosotros.

En ocasiones así se originan los Centros de Estudiantes, aunque no en todos en los colegios. Una vez allí encontramos una realidad mucho más compleja de lo que al principio imaginamos.

Manifiestación estudiantil en el año 2019 con estudiantes del Centro Regional de Educación de Ciudad del Este y del Colegio Nacional E.M.D. Prof. Atanasio Riera – Área 1

Aparece la molestia ante situaciones que sentimos son muy difíciles de cambiar, la impotencia al ver que algo tan corrupto ocurre dentro de nuestra propia casa de estudios, algunos docentes y directivos colaboran con ese sentimiento agobiante al no accionar ante hechos incorrectos, al hacer la vista gorda y al ignorar lo que está ocurriendo bajo sus narices. Todo esto se convierte en un efecto dominó que converge en una frustración generalizada y en muchas circunstancias termina afectando académicamente. Entonces buscamos una solución para aquel sentimiento de impotencia al sentir que no podemos hacer nada, pero si hay tanto que mejorar ¿dónde empezamos?

En nuestro afán de jóvenes revolucionarios buscamos cambiar las cosas para mejor en nuestros colegios. Tenemos la idea de que manifestándonos, tomando el colegio, realizando marchas y sentatas podremos cambiar todo. Casi nunca nos detenemos a pensar en qué cosas realmente funcionan y cuáles no. Si al fin y al cabo estamos luchando por lo justo, ¿cómo podríamos equivocarnos?

Nos cuesta mirar la problemática desde diferentes ángulos. Creemos que por el simple hecho de que estamos luchando por algo justo todo tiene que funcionar y todo debe darse. Las personas, situaciones e instituciones simplemente deberían ceder a nuestros deseos, pues creemos que son los correctos.

Allí se nos derrama encima un baldazo de agua fría. Pese a que gritamos y luchamos juntos no logramos que nos escuchen. No conseguimos cambiar las cosas.

Muchas veces no logramos resultados no porque nuestra causa no sea la correcta, sino que no analizamos cuáles son las mejores estrategias para definir las metas, alcanzarlas y no aprendemos de nuestros fracasos propios y ajenos. Nos cuesta dialogar con aquellas personas o entes a quienes nosotros consideramos enemigos, y por sobre todo, no nos informamos a profundidad sobre la situación atravesada.

Pero, ¿cómo podremos capacitarnos, informarnos, dialogar y ser estrategas a la par que tendremos un montón de otras cosas en nuestra vida? Simple, no podremos.

No se logran resultados sostenibles con unas pocas personas trabajando hasta no poder en un periodo corto de tiempo. El trabajo debe ser colectivo y con miras al futuro, capacitando a las generaciones que en algún momento ocuparán los espacios que nosotros ocupamos y sentirán o ya sienten la frustración que nosotros sentimos.

Movilización estudiantil en el año 2017 por la mejora de la calidad educativa.

Si también nos concentramos en capacitar e involucrar a otros estudiantes en esa lucha habrán muchas veces donde no lograremos nuestro cometido. Pero eso no es sinónimo de fracaso, sino que estamos trazando un camino para que las futuras generaciones puedan lograr y finalmente beneficiarse de los resultados de la lucha que empezó con nosotros.

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Daniela Fariña
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