Siendo las 13:30 de la tarde en un día caluroso y hostil nos dirigimos con otros voluntarios hasta la escuela ubicada en el Km 10 Monday. El camino hasta la escuela era un poco alejado, el barrio no se veía recién poblado, pero necesitaba un camino más sencillo de transitar.
Una vez ubicados frente a la escuela pudimos observar algunas necesidades externas, como por ejemplo la falta de murallas que resguarden la institución puesto que solo contaba con tejido o alambrado, además de la evidente falta de una pista o tinglado para las actividades de educación física o actos institucionales.
Al ingresar nos encontramos con el director de la institución, en una escena que muestra la dura realidad sobre cómo afecta la falta de climatización en las aulas en un país tan caluroso, sentado en su pequeño escritorio con un ventilador de pie pegado a su silla nos recibió amablemente, gustoso de conversar con nosotros. Comenzó por comentarnos el caso de insolación que había sufrido hace unos días por las extremas temperaturas del país y la falta de una fuente de aire climatizado en las aulas de la institución. Adentrándonos un poco más nos enteramos de cuestiones internas como la situación de plurigrado que experimentan hace años por la falta de rubro docente razón por la cual deben mezclar los grados.



Puesto que habíamos llegado aproximadamente en horas del receso pudimos presenciar una escena desoladora. Los alumnos no cuentan con una cantina y aquellos que no tienen la posibilidad de llevar una merienda desde sus casas pueden acercarse con sus monedas a una especie de “cantina móvil” que no era más que una señora, quizá también madre de algún alumno, con un coleman en brazos y una caja con algunas opciones de merienda para los niños. Ante tal situación y la desidia del almuerzo y merienda escolar, la comunidad educativa, en este caso los padres y directivos se han puesto literalmente manos a la obra, donde de a poco van emprendiendo la construcción de una cantina. Al tratarse de una zona un poco más humilde y no contar con el apoyo de las autoridades competentes, los recursos para acelerar la construcción se ven algo limitados.


Los expertos han recomendado mantenernos hidratados para sobrellevar las temperaturas extremas, es por eso que la escuela también ha solicitado la instalación de un pozo artesiano, ya que, a pesar de contar con su propio pozo y tanque de agua, el mismo no da abasto para la zona. Dicho pozo artesiano nunca llegó, así como nunca llegó el almuerzo escolar ni el rubro docente o la climatización de las aulas, el cercado apropiado de la institución, el espacio de recreación, etc.


En medio de toda esa situación observé al director y pude notar en su rostro el peso que carga sobre sus hombros. Pero él, quien es formador de varias generaciones de alumnos está entregado a la vocación de ser maestro y, a pesar de haber experimentado la desidia por tantos años, haber sido descuidado por las autoridades y haber visto muchas puertas cerradas, todavía guardaba la esperanza de ser escuchado y que la escuela que vio nacer y crecer reciba todas las condiciones justas para que las próximas generaciones ya no experimenten tantas necesidades como las que él ha visto desde sus inicios.
Ciertamente, su trabajo no es sencillo, más aún en un país que pocas veces escucha a los más necesitados mientras otros se enriquecen a costa de la dura experiencia de tantos niños y jóvenes que sólo buscan acceder a una educación justa, de calidad, sin ser víctimas de la corrupción y la impunidad.
Finalizada la visita en su escuela le comentamos que debíamos visitar otras más, él que comprendía la distancia que conllevaba ir caminando bajo los 39º de calor, empatizó con nosotros y se ofreció a llevarnos hacia otras escuelas de la zona mientras seguía contándonos sobre su trayectoria.
Culminadas las visitas, en mi mente pasaban todas las imágenes que había visto y las experiencias que había escuchado, me sentí tan abrumada y con tanta impotencia que no me quedó más que descargar algunas lágrimas. Entre lágrimas y sollozos compartí un poco de mi experiencia con otros voluntarios, hasta la fecha no logro recordar ese día sin sentirme tan afligida pensando que si tan sólo las autoridades y los “poderosos” pasaran por lo menos un día viviendo la realidad de tantas personas quizá sentirían más compromiso por ofrecer una mejor condición para tantas personas que sólo buscan lo elemental; la educación.
Recuerdo con tanta admiración a todos los directores y docentes con los que pude conversar durante esos dos días completos de visitas a más de diez escuelas, les extiendo la mano y reafirmo el compromiso que tengo de darle visibilidad a sus historias para que las próximas generaciones no se enfrenten ante las mismas necesidades que tristemente otros ya han atravesado.
“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”
– Eduardo Galeano.
Esta anécdota es producto de las visitas a instituciones educativas en el marco de la campaña #DenunciáconFOCO. Los hechos y opiniones son enteramente de autoría y responsabilidad del voluntario, no reflejan necesariamente la postura de reAcción Paraguay ni la de la dirección del medio Quántico.
Aylin Fleitas
Voluntaria Anticorrución
de Visitas #DenunciáconFOCO
iniciativa de reAcción.