Durante las últimas semanas, Paraguay registró temperaturas extremadamente bajas, entre los 5 y 10 grados. A pesar del frío, niños y niñas de la Escuela N.º 7920, ubicada en la zona rural del distrito de Curuguaty en Canindeyú, se vieron obligados a dar clases bajo el rocío y a la intemperie, al resguardo de los árboles.

Imagen obtenida de FOCO: Escuela N.º 7920 de Curuguaty.
Bajo los árboles, sobre cajas de tomate y compartiendo dos mesas entre cuatro alumnos, los estudiantes pasan sus frías mañanas intentando aprender en condiciones indignas. ¿El motivo? Su sala de clases fue transformada en cocina para preparar los alimentos del programa “Hambre Cero”.
Esta situación no es nueva. Comenzó el 24 de febrero, cuando el ciclo escolar arrancó y los estudiantes descubrieron que su aula había sido convertida en cocina. Esto se debe a una disposición del propio programa. El Artículo 31 del Decreto N.º 1584, que reglamenta la Ley N.º 7264/2024 “Hambre Cero”, establece que las instituciones que no tienen cocinas deben habilitar un espacio para la preparación de alimentos, asegurando la provisión universal de la alimentación escolar.
Tal como lo advertimos en enero de 2025 en el artículo “La realidad de los comedores escolares en Alto Paraná: ¿Qué desafíos tendrá el programa Hambre Cero?”, esta medida podría implicar que varias escuelas deban ceder espacios pedagógicos para instalar cocinas, reduciendo aún más los ambientes dedicados al aprendizaje. Hoy, esa advertencia es una realidad: niños que estudian bajo árboles, sin protección contra el clima.
Desde la comunidad nos dicen:
“Peva pe aula oiporu hikuái como cocina ha la mitã opytapa okápe yvyraguýpe”
(Esa era su aula, pero ahora la usan como cocina y los niños quedaron afuera, debajo de los árboles).

Imagen obtenida de FOCO: Escuela N.º 7920 de Curuguaty.
La escuela cuenta con solo dos aulas:
“Dos aulas ntevoi roguereko kuri ha ofunciona desde Jardín hasta 6to grado peve”
(Solo tenemos dos aulas, y funcionan desde el jardín hasta el sexto grado).
Además, funciona con dos profesoras en el turno mañana y dos en el turno tarde, trabajando con plurigrados, lo que significa que varios cursos comparten el mismo espacio y docente.
Esto nos obliga a preguntarnos:
¿Cuánto más deben padecer nuestros estudiantes para acceder a algo tan básico como la alimentación? ¿De qué sirve cuidar la nutrición si los niños deben exponerse a enfermedades por estudiar bajo el frío, la lluvia o el intenso calor? ¿Qué pasa con ellos cuando llueve? ¿Quién los protege?
La última inversión recibida en la institución fue en el año 2016, para la construcción de un aula. Ahora, en el 2025, la Escuela N.º 7920 figura en los puestos 64 y 85 del listado de priorización de aulas, por lo que, según los criterios técnicos utilizados en el proceso, no se encuentra entre las más urgentes. Aun así, las condiciones en las que estudian sus alumnos muestran una realidad crítica que podría justificar una intervención excepcional. Hasta la fecha, la Municipalidad de Curuguaty no registra ninguna licitación para obras en escuelas, a pesar de haber recibido aproximadamente G. 560 millones para inversión educativa este 2025. La falta de acciones concretas, incluso frente a casos urgentes como este, evidencia la desconexión entre los recursos disponibles y las necesidades reales de las comunidades educativas.
Esta información fue posible gracias al monitoreo ciudadano y al uso de la app FOCO, una herramienta desarrollada por reAcción Paraguay que permite seguir de cerca lo que ocurre en las escuelas, recibir información accionable sobre cómo, cuándo y dónde deben ser invertidos los recursos para educación y reportar irregularidades.