Lo que nos ha enseñado la Administración Prieto en CDE

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La percepción nacional de Miguel Prieto es diferente a la percepción de la ciudadanía esteña respecto a su administración municipal. Como en cualquier lugar, los locales vemos, conocemos y exigimos cosas que quienes no viven en la ciudad no pueden comprender. Londres es hermosa para los turistas, pero una tortura para sus residentes. La administración Prieto es considerada como un ejemplo a seguir y hasta una esperanza para muchas personas. ¿Qué podemos aprender de analizarlo y por qué es importante que prestemos atención?

El molde

Miguel Prieto, como cualquier otro actor político, ha competido en una plataforma sobre la cual tiene poca influencia. El molde de la plataforma en la que se desarrolla la política paraguaya fue forjada por la ANR durante décadas. Quiérase o no, dentro de ese molde compiten todos los partidos y movimientos políticos. Ese molde define actualmente los límites de lo políticamente posible y viable. Ninguna “revolución” que ignore esas condiciones y que no internalice sus contradicciones podrá materializarse en Paraguay.

Comprender las condicionantes de dicho molde supone dos cosas. Primero, no debería ser sorpresa que incluso candidaturas y movimientos independientes deban jugar “a la tradicional” para lograr victorias y sostener su gobernabilidad. Segundo, para hablar de cualquier cambio real, se debe apuntar a cambiar el molde de la plataforma y esto no es posible sin apuntar a procesos que como mínimo tomarán décadas. Lo primero es tan obvio como hablar de que la política es arte mientras lo segundo expone una paradoja para nuestra sociedad generalmente anti-política.

Las sorprendentes victorias de Prieto

Las victorias de Prieto fueron sorprendentes. “¿Cómo logró derrotar la hegemonía Colorada en el Este?”, se preguntan desde Asunción y el resto del país. Quizá considerar el molde arriba mencionado, la coyuntura política previa a ambas victorias y la astuta lectura de Prieto nos ofrezcan respuestas menos efusivas y con más matices. Quizá comprender ese proceso desde otro ángulo contribuya a una lectura más sensata de lo que sucedió y nos permita aplicar nuevas ideas a futuras candidaturas independientes, especialmente en el contexto de una Concertación Nacional.

La primera gran victoria de Miguel se dió durante la fisura entre el Cartismo y el Abdismo, mientras el caudillo colorado del Este, Ulises Quintana, estaba en prisión. Como Concejal, Miguel no destacó por sus proyectos y tampoco fue el más ruidoso entre sus pares que luchaban por la intervención de la Municipalidad y la destitución de Sandra McLeod. Pero entre todos, Miguel era la figura más joven, sin aparente alineación hacia Liberales o Colorados en un momento de crisis en el que los representantes de partidos tradicionales estaban desgastados. Miguel supo aprovechar estratégicamente su posición. También ayudó su buena relación con Ulises Quintana en ese entonces, con quien existió aprecio mutuo. No hay que olvidar que en una de sus primeras intervenciones luego de su victoria Miguel saludó «a su gran amigo» Ulises, entonces tras las rejas.

La segunda victoria fue aún más espectacular. La diferencia de votos frente a Ulises Quintana fue humillante. Sin duda, el carisma de Prieto explica parte de esta victoria, pero no su totalidad. Miguel pasó sus primeros años de administración nutriendo una buena relación con la ciudadanía colorada esteña y lo hizo mientras su primera alianza electoral se desmoronaba, es decir, mientras Patria Querida, Cruzada Nacional e incluso el PLRA abandonaban y criticaban duramente su joven administración. Prieto, estratégicamente evitó criticar al Partido Colorado, insistió en un mensaje público y recurrente en el que apreciaba a los “Colorados de bien” y atacó a las personalidades que no merecían, desde su óptica, liderar a la ANR, como en el caso de su férrea posición contra Horacio Cartes. Pero, ¿cómo ganó por tanta diferencia frente a Quintana?

Luego de la destitución de Sandra McLeod, no hubo gran diferencia en cómo la administración Prieto invertía sus recursos. Igual que durante la gestión del Clan Zacarías, asfaltados y empedrados fueron prioridad, mientras la infraestructura educativa quedó olvidada. De hecho, una primera gran promesa que movió expectativas fue una planta asfáltica municipal, siguiendo la noción bastante tradicional de que asfaltado es desarrollo.

Varios fueron los momentos de proyección nacional. Un emblemático proyecto para generar épica fue la Costanera de CDE. Ciudad del Este debía sumarse a la lista de grandes municipios con costaneras, a pesar de que desde sus inicios este proyecto estuvo plagado de irregularidades cuestionadas ante la DNCP y que la obra se construyó frente a un terreno de propiedad del mismo Miguel Prieto. El conflicto por la Terminal de Ómnibus de CDE hizo algo similar. He aquí un joven intendente que buscaba recuperar un espacio que conecta a Ciudad del Este con el resto del país y al cual muchos paraguayos de varios municipios pueden relacionarse. Quizá la más conocida fue la promesa de conseguir vacunas contra la COVID-19 antes que el propio Gobierno Nacional, un proyecto imposible pero que lo posicionó en la atención nacional por la expectativa que suponía finalmente recibir vacunas para volver a la normalidad. Porque, claro! En el resto del país, ¿quién recuerda si se hicieron o no?¿quién verifica si se hicieron bien?

Así, Miguel Prieto llegó a su segunda elección para la Intendencia de Ciudad del Este como una figura nacional más establecida, con proyectos populares, populistas y ambiciosos a nivel local y nacional que proyectó sin importar si podía cumplirlos. Ulises Quintana ya no competía con un desconocido ex-Concejal, sino con un joven intendente quien, mientras Quintana estaba tras las rejas y luego realineándose políticamente como Diputado, había nutrido su relación con la sociedad colorada esteña asegurándoles desde la Municipalidad esos beneficios (e.g. asfaltados, empedrados, obras e ilusión) que ya no dependían de la ANR.

En ambos casos, Miguel ganó porque supo asegurar el apoyo del sector colorado local y la esperanza de una ciudadanía agotada de ese mismo sector colorado. Sus dos contundentes victorias son señales claras de que el molde tradicional forjado por la ANR puede usarse en su contra y que, quizá, a los colorados no les importa quién les asegure sus “beneficios” con tal de que esos beneficios sigan presentes. Al final, ganar una elección es una cuestión de números y Prieto supo conseguir sumas incomprensibles tanto ideológica como operativamente. Al principio, sumó eclécticamente a Patria Querida, Frente Guazú, PLRA, Cruzada Nacional y la ANR. Luego de que la mayoría de éstos lo abandonara––algunos explícita y otros implícitamente––se concentró en nutrir el mismo molde tradicional y generar una base de seguidores siguiendo un libreto que el propio Zacarías Irún podría reconocer como suyo. ¿En algún momento intentará cambiar ese molde tradicional o seguirá aferrado a él?

¿Cambios en CDE y ejemplo nacional?

La administración Prieto se sostiene gracias al molde tradicional y no ha apuntado a cambiarlo. De hecho, se ha aprovechado de las mismas prácticas tradicionales de hacer política que no hace mucho daban vida al Clan Zacarías. ¿Está mal que Prieto continúe esas prácticas en Ciudad del Este?

Cualquier juicio moral sobre este punto debería considerar, como mínimo, que no se cambia la política sin cambiar la cultura. La política se mueve por incentivos inmediatos y cortoplacistas. El incentivo político es “saltar” al siguiente nivel con prisa aprovechando las coyunturas; importan poco las alianzas necesarias para el efecto, especialmente para candidaturas independientes y sin estructura. Sin embargo, cambiar la cultura requiere una mirada largoplacista, de trabajo sostenido y disciplinado. ¿Por qué esperamos que la política partidaria cambie la cultura de la cual se beneficia?¿es posible cambiar la cultura si desde la sociedad negamos y aborrecemos la acción política?

En estos años en la Municipalidad, Prieto logró posicionar con éxito a su círculo de confianza primero como Directores Municipales y luego, a la mayoría, como Concejales Municipales. El siguiente objetivo es ganar la Gobernación del Alto Paraná. Políticamente, estas victorias son contundentes y estratégicas. Políticamente, Prieto avanza hacia consolidar su movimiento en Alto Paraná con alianzas en municipios vecinos. Operativamente, lo que no ha avanzado casi nada son las políticas públicas que rindan mejoras en los servicios públicos y la calidad de vida de la ciudadanía esteña.

Cuando toda la concentración está en lo político y cuando el círculo de personas leales debe posicionarse para ganar elecciones, ¿en qué momento se trabaja para transformar y reconstruir la ciudad?¿llegará ese momento o se seguirá postergando con cada nueva campaña electoral?

¿Dónde ya hemos visto y escuchado una historia similar? Entonces una pregunta que debemos hacernos es cómo generamos los incentivos y las capacidades para hablar de cambios que no sean meramente políticos. El cambio de figuras políticas sin un cambio concomitante en la forma de administrar lo público fortalece el molde tradicional y hace que usemos la palabra “cambio” como financiador de nuevas carreras políticas, pero no de mejores servicios públicos.

¿Qué podemos aprender del análisis?

De los años de la Administración Prieto podemos resumir algunos aprendizajes. El molde de la plataforma política, hecha a medida para la ANR, también podría utilizarse en su contra. Quienes logren hacerlo luego ingresan a una interesante tensión en la cual “cambiar el molde” supone posibles pérdidas o fracasos, donde se enfrentan a los incentivos cortoplacistas para mantenerse en el poder y al mismo tiempo surge la pregunta de si aprovecharse del molde no implica fortalecer el sistema clientelar y prebendario.

Consolidar políticamente a candidaturas independientes puede tener un alto costo en términos de políticas públicas para la ciudadanía. La gobernabilidad requiere capacidad de movilización y recursos. Solamente los partidos tradicionales––y ninguno más que la ANR––tienen la estructura. Si todo el enfoque está en lo político-partidario, ¿cuándo llega el momento de los servicios públicos?

Finalmente, no hace falta ser colorado para gobernar al estilo colorado. Es más, quizá a la ciudadanía colorada no le importe quién o qué color de partido sostenga sus beneficios, con tal de que los mantenga. Este hipotético trae consigo oportunidades, desafíos y paradojas. Para despejarlas ayudaría dejar de romantizar la promesa actual de Ciudad del Este y de la administración Prieto para empezar a mirarlas desde más cerca, con menos efusividad.

Si consideramos las formas en las que el Partido Colorado administraba la municipalidad, Miguel Prieto todavía no ha quebrado la hegemonía del Partido Colorado; de hecho, hasta ahora ha sostenido el molde a través del cual el Partido Colorado puede volver. Está por verse si lo aprovechará para algo más. Las históricas victorias electorales de Prieto no deben cegarnos a las victorias aún pendientes en materia de mejores políticas públicas y servicios públicos para la ciudadanía esteña. Esas siguen siendo deudas pendientes. De otro modo, no aplaudimos un cambio real, aplaudimos simplemente el cambio de una personalidad.

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David Riveros García
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