Nunca fue un secreto ni es ahora una sorpresa que las personas recientemente declaradas como significativamente corruptas por el Gobierno de Estados Unidos de América, lo sean. Es una verdad que todos conocíamos pero por la cual nadie que deba ejercer autoridad en casa se animaba a accionar en consecuencia, necesitábamos que alguien de afuera con fama de malote venga para decirlo fuerte y claro. Como cuando una madre advierte a su criatura caprichosa, hinchapelotas, protagonista de algún escándalo: Chake, el Coco te va a llevar.
Cuando asistimos a esta escena, a menudo no sabemos si le queremos regañar más a la señora incompetente que se rindió a ejercer su autoridad que regañar a la propia criatura berrinchuda. Solo asistimos a cómo esa amenaza surte efecto: Al menos por un tiempo, la criatura se traga los sollozos a la par de servir de ejemplo para reprimir también el mismo acto indebido de sus amiguitos. Finalmente, nadie quiere que le lleve el Coco.
Pero no suficiente tiempo después la criatura vuelve a hacer aquello que no debe y a la madre que siempre regaló impunidad, nunca impuso límites ni castigos; no le queda más remedio que acudir a la amenaza del Coco, otra vez… y otra y otra. En bucle, como la mayoría de las desgracias de nuestro país.
Tampoco se desconoce que el gobierno norteamericano ha sostenido en el poder a varios gobiernos y políticos de muy dudosa integridad moral durante mucho tiempo, en algunos casos también derribó a quienes ayudó a mantener en el poder. Es como nuestro Coco de guardia, para bien o mal, y lo seguirá siendo mientras no nos decidamos colectivamente a imponer nuestra autoridad sobre las criaturas cuyos monstruosos caprichos también alimentamos como pasivos habitantes de este paraje.
Las declaraciones del Departamento de Estado de EE.UU. con el sello oficial de corrupción y mafia hacia los dos bandos del partido colorado así como la existencia de la Concertación Nacional de la Oposición, hacen más factible pensar en la alternancia. Las próximas elecciones podrían darnos el alivio del fin de más de 60 años de gobierno de los colorados. Lograr al fin #ANRnuncamás.
Es necesario internalizar que la política no es propiedad privada ni de los colorados, ni de ningún partido político, ni de los medios de prensa, ni de las ONGs, ni de los gobiernos extranjeros. Sí se pueden cambiar las cosas desde adentro, desde lo común, con personas comunes. Solo estos cambios serán genuinamente soberanos y sostenibles. Sin embargo, para hacerlo podríamos intentar seriamente sobrepasar la catarsis paralizante o las polarizantes peleas sobre quién es más digno de ser de oposición. Ellos siempre se abrazan y protegen, mientras nosotros nos perdemos en discusiones teóricas o en esa rabia, que aunque válida, sin acción canalizada, estratégica y pragmática, solo nos entumece mientras ellos ya se reunieron y renacieron.
Al patrón Horacio Cartes, a Hugo Velázquez, a Ulises Quintana y a los demás colorados de la lista de EE.UU les siguen varios más. Y no, no todos serán declarados significativamente corruptos. A menos que pase un milagro, tampoco todos serán extraditados ni mucho menos encarcelados aquí.
Aunque sí sería un gran alivio para nuestra democracia y conciencias que estas personas corruptas ya no utilicen al Estado como su finca personal y nos urge que alguien –quiensea- les ponga un alto; no hay posibilidades reales de cambios tangibles para nuestro país si la forma en la que manejamos y comprendemos la política sigue siendo la misma de siempre. Aunque todos los que están se vayan, la situación será igual de fea o peor si se siguen manejando las instituciones al estilo colorado o en la esperanza forzada de una oposición históricamente indecisa, que esta vez no debe desperdiciar las chances de atinarla.
Sí, el Coco les pueda llevar a ellos ¡y lo celebraremos con gozo! pero hace rato que el Coco paraguayo sedó y se llevó nuestra ciudadanía. Tal vez nos dé mejores resultados rescatarla.
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