Estudiar y trabajar en Paraguay

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Al terminar la secundaria la mayoría de los jóvenes entramos en la rutina de trabajar de día y estudiar de noche con la esperanza de tener una vida mejor. Se podría decir que en otros países se estudia para poder trabajar y en Paraguay muchos trabajan para poder estudiar.

Según la Encuesta Permanente de Hogares Continua (EPHC) elaborada en el año 2020 por la antigua Dirección General de Estadísticas, Encuestas y Censos (DGEEC) actualmente denominada Instituto Nacional de Estadística (INE), los jóvenes correspondemos al 27% de la población paraguaya. Es decir unos 1.931.378 de los paraguayos tenemos entre 15 y 29 años. De estos, el 19% somos jóvenes que trabajamos y estudiamos al mismo tiempo (porcentaje que pudo haber variado luego de la crisis de la pandemia).

De acuerdo a los resultados de la encuesta, el ingreso promedio percibido es de Gs. 1.959.369 mensuales (por debajo del salario mínimo legal vigente, de Gs. 2.192.839 – año 2020). La realidad de muchos es deber solventar todo lo relacionado al estudio, ayudar en la casa y tratar de dejar un poco para gastos personales con esos ingresos. Lo cierto es que esta remuneración no es suficiente y es común que la persona se vea obligada a elegir entre pagar copias de la facultad, cenar o pagar pasajes de bus.

Para muchos, el día empieza a las 05:00 de la mañana, luego de trabajar 8 o hasta incluso 12 horas, pasar a las clases de la facultad y finalmente llegar a casa a las 22 o 23 horas de la noche. Luego de esa larga y cargada jornada hasta hilar dos pensamientos ya se dificulta.

Es muy difícil que una persona que estudia y trabaja al mismo tiempo pueda llegar a su casa y hacer un resumen o volver a repasar todo lo aprendido en la clase anterior, lo cual resulta frustrante y se torna en una piedrita en los zapatos en el proceso de formación. La mayoría cae en la monotonía de la rutina, la palabra “aprendizaje” ya perdió el significado y solo se concentran en pasar las materias y terminar la carrera.

Por otro lado, es bien sabido que el sistema de nuestro país no funciona como debería y que muchos ni siquiera tienen la posibilidad de acceder a una educación. Es más, el 48,3% de los jóvenes solo se dedican a trabajar. La necesidad de ingresos seguros de la familia y la inaccesibilidad de la educación pública gratuita los obliga a concentrarse en el mundo laboral.

“La necesidad de aportar económicamente a la familia conduce a dejar de estudiar para trabajar, representando un alto costo para la sociedad al interferir en la calidad de vida presente de adolescentes y obstaculizar el proyecto de vida adulta que será construido con escasas capacidades y competencias educativas, afectando la inserción en el mercado de trabajo en condiciones decentes: empleo formal con jubilación, seguro médico y buena remuneración.” (UNFPA, 2017, p. 14).

Es por eso que aunque trabajar y estudiar no es tan agradable, se debe reconocer que realizar ambos al mismo tiempo nos incluye en un grupo de privilegiados dentro del país.

Lo cierto es que aunque dicen que el eje fundamental para el desarrollo del talento humano sea la educación y en la realidad de muchos de nosotros la única manera que se pueda acceder a esta sea trabajando y estudiando, el sistema del país no está hecho para que se pueda realizar los dos al mismo tiempo. El desgaste emocional y físico que sufrimos durante el proceso es abismal. La realidad actual es esta, si queres estudiar necesitas trabajar y si trabajas no tenes tiempo para estudiar. Es una tortura constante porque sabes que necesitas de ambos pero no podes priorizar una por encima de otra.

De igual manera, los jóvenes nos matamos estudiando y trabajando porque se nos prometió que así tendríamos un futuro, y el futuro que se encuentra son puestos mal pagados que no corresponde ni a lo que han estudiado, un futuro donde tener una pañoleta roja por el cuello genera más peso que cualquier otro currículum.

Lo correcto sería contar con políticas públicas y programas acordes a nuestras realidades, y, sobre todo, nosotros requerimos de una educación que les brinde las herramientas necesarias para que podamos desenvolvernos en cada uno de los ámbitos de la sociedad: político, social, económico y educativo.

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Ana
Ana Karajallo
Autora

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